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A MI HIJA QUE AYER CONOCÍ.

Ayer te vi.

Tan alta, tan libre, tan tú.

Tu sonrisa me alivió el alma.

Y el tiempo juntas se nos fue... fugaz.

 

Recorrimos el barrio, tomamos helados,

reímos, cantamos y jugamos.

Te conté de mi vida, de tu papá,

de lo orgullosos que de ti estamos.

 

De lo feliz que me hacía verte…

conocerte.

 

Porque hasta ayer que me visitaste

solo te había imaginado.

 

Hija...

Te prometo

que aunque te ame

no te traigo.

 

Quédate en la luz, en la inexistencia,

donde no existen el dolor, ni la guerra.

Donde no te alcanzará la muerte ni la violencia.

 

Donde nadie, nadie

te puede tocar ni hacerte daño.

Donde te puedo amar.

Donde te puedo cuidar.

Y cuando vuelvas en sueños

a visitarnos...

juguemos

a que creciste,

a que me amaste,

a que eres libre y feliz.

 

Espéranos

allá entre nubes.

Allá te llevo

todos los besos

que jamás te he dado.

 

 

 

 

 

Ale Londoño

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