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Blancanieves en la era de Tinder


…y ella aprendió que el amor propio era la única forma de amor que debía buscar, y que además de ella las únicas que realmente la ayudarían eran sus hermanas/amigas.


Había una vez, una chica, como tú y como yo. Vivía con su padre, quien había enviudado y hace poco se había casado nuevamente.


En ese momento empezaron los problemas, pues la madrastra de la chica, era una persona que la trataba muy mal y la obligaba a limpiar la casa, ordenar, cocinar, e incluso a cuidar de sus hermanastros menores.


La madrastra, pensaba que era la más bonita de la ciudad, así que cada semana visitaba a un brujo que le adivinaba el futuro y le aseguraba que heredaría toda la fortuna de su nuevo marido. Además elogiaba su belleza y le vendía caras cremas y ungüentos. –Para que siempre mantengas tu belleza y a tu marido- le decía.


Un día, cuando Matilda cumplió 18 años, el brujo le dijo a la madrastra:

– Tu hijastra ahora se ha convertido en la más bonita de la ciudad, y su inteligencia es muy superior a la tuya.

 

La madrastra enfureció y después de pensar en cómo deshacerse de ella, pagó a un hombre para que matara a su hijastra. Pero Matilda,    se enteró de los planes en contra de ella y decidió huir de su casa.


Cuando empezó su vida fuera de casa, tuvo la oportunidad de conocer a mucha gente nueva. Es así que decidió empezar a tener citas con personas que conoció por Tinder. Lo que le llevó a tener muchos problemas


Primero, salió con un chico que parecía muy lindo e inteligente, que como ella, leía mucho. Pero la magia se acabó en la segunda cita, cuando él empezó a interrumpirla y a tratar de explicarle todo, incluso cosas en las que él no tenía la razón. Para fortuna de Matilda, en esos tiempos conoció a una chica que se convirtió en su confidente y ella le ayudó a sacarla de esa horrible cita.


La segunda persona la conoció porque empezaron a seguirse en Instagram y empezaron a intercambiar mensajes. Pero desde que empezaron a hablar se notaba que no la tomaba en serio, se portaba como un tonto frente a todas las situaciones que ella le comentaba. Y todo fue a peor cuando decidieron tener un cita y la dejó plantada. Por suerte, en el restaurante en donde Matilda estaba, la mesera se dio cuenta de la situación y además de acompañarla a pasar el mal rato, se convirtió en su amiga.


Después de esas dos citas desastre, Matilda    tomó la decisión de no aventurarse a salir con más chicos. Pero, por mensajes de Facebook, conoció a algunos más. Uno de los chicos, parecía muy feliz y con un buen sentido del humor; pero después de algunos mensajes, a los que él solamente respondía con memes, ella se dio cuenta de que no tomaba nada en serio y sólo la usaba como pasatiempo. Así que decidió dejar de escribirle.


Así mismo conoció a otro chico que le escribía bonitos mensajes, pero después de contarse cosas de su vida, ella pudo notar que él no tenía planes a futuro.

 

–No estudia ni trabaja, y con las justas acabó el colegio. Y sólo me habla de futbol. ¿Qué querrá de su vida?- pensó.


Por si no fuera suficiente, en una oportunidad, salió con sus dos amigas a un bar. Allí conoció a alguien, un chico que parecía muy lindo. Cuando decidieron tener una cita, él le contó que era alérgico a muchos alimentos, entre otras cosas, incluidos los animales, y que odiaba a las mascotas. En ese momento, Matilda lo pensó bien y decidió que era mejor que no se vieran, pues ella ya tenía dos gatos y un perro. Tener una relación con él era inviable.


Por último, hizo match en Tinder con un chico, pero tras tantas desilusiones, decidió stalkearlo en Facebook, y pudo ver con mucho desagrado que él era el tipo de personas que comentaba con mucho “hate” a varias páginas que ella seguía. Además de que publicaba estados machistas manera en redes sociales.

 

–Nada le gusta y nada le parece bien, además de que es muy machista y todo critica- pensó ella y dejó de escribirle.


Después de todo lo ocurrido, Matilda se puso muy triste.

 

–Sólo conocí a sapos, quiero mi príncipe azul y solamente he salido con un montón de enanos. Ya parezco blancanieves- Se dijo a sí misma mientras sentía muchas ganas de llorar.

 

En ese momento de mucha soledad, su madrastra se contactó con ella y le pidió perdón por lo que había pasado antes. Matilda, decidió perdonarla y hasta le contó todas sus experiencias, en respuesta, su madrastra le aconsejó que tomara uno de los brebajes que preparaba el brujo.

 

–Para que encuentres a un buen hombre, guapo, con plata y que te tenga como reina, tómate esto mijita- le dijo.


Lo dudó mucho, pero tras pensarlo, estuvo a punto de tomar ese brebaje, lo que no sabía es que entre sus ingredientes estaba un fuerte veneno. Como sus amigas no habían tenido noticias de ella en algunos días, le fueron a visitar y la encontraron a punto de cometer ese terrible error y le convencieron de que eso no valía la pena.

 

–Las pócimas de amor no existen, uno forja su futuro todos los días, además el amor no se busca sino que llega a ti cuando estás lista- le dijeron.


Tras conversar con ella, Matilda no tomó la pócima, sino que se puso en contacto con otras chicas que estaban pasando por situaciones similares. En ese grupo de apoyo encontró palabras de aliento que la ayudaron a empezar a entenderse y aprendió el valor de la sororidad. Después de todo, las que habían salvado su vida eran sus amigas.


Poco a poco, empezó a conocerse a sí misma y a darse cuenta que el amor propio es lo primero que se debe tener para luego poder amar a alguien más. Todas las experiencias le brindaron el conocimiento para saber lo que ella merecía. Sus amigas se convirtieron en sus aliadas y confidentes. Así se dio cuenta de que no era necesario estar en una relación para ser feliz.

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