DE LA TRAICIÓN Y OTROS DEMONIOS
Por: Carolina Álvarez
Y de repente...
El golpe en la columna,
el impacto silencioso
del puñal inesperado,
el doloroso instante que no cesa.
La lágrima acariciando la mejilla.
¡Auxilio!
En esta ola de confusión.
¡Auxilio!
Ante esta experiencia inhóspita,
impensable, indeseable.
¡Auxilio!
La respiración se agota.
¡Auxilio!
El susurro del entierro...
De la muerte.
COTIDIANO
El párpado recibió un frío gélido, lo que estimuló al ojo a abrirse y a la pupila a dilatarse. Tras estos tres actos, que pudieron durar apenas dos segundos, la mirada comprendió que el sueño terminó.
Salió como de costumbre de la cama y sus huesos percibieron el vaho de la mañana. Se dirigió al baño y se sentó sobre el retrete. Miró sus pies descalzos sobre la alfombra y de pronto percibió cómo sus esfínteres se abrieron. Su intestino expulsó el pesado desecho alimenticio, luego un líquido turbio sobó el inodoro y el primer acto acabó.
Lavó sus manos. Indecisa, volvió a la cama. Prendió la TV y escuchó las noticias políticas matinales. Pensó cómo ella podría entender la noticia de la prensa. Ella... que no sabía nada más que de su propia existencia. Ante este hecho, su cerebro buscó ponerla en el lugar correspondiente. Volcó su cuerpo y acarició la espalda del pequeño que dormía junto a ella. Sus largos y mestizos músculos, sus piernas y torso firme, su respiración calma, su cabello. Aspiró su aliento y le susurró: “hay que levantarse, amaneció”.
¿Acaso hay acto más sororo que la contemplación, la hermandad dimensionada desde una aceptación corporal, vivencial, existencial... el enamoramiento profundo del olor propio, del vaho emanado desde la concavidad axilar, el aliento, el sexo... El saberse y saborear la existencia misma, la única que nos es posible, la nuestra. La posibilidad de mirarnos profundamente, de vislumbrar el marco de la cara, la cascada que cae del cráneo y acaricia la espalda...
Verse y reconocerse en los ancestros. En la cantidad de cabellera que nos acompaña por generaciones, contemplar los poros abiertos, las grietas, el arco de Cupido, la fosa nasal, la comisura?
El acto del aislamiento de la soledad.
Aquí y ahora. Estoy