ELLA
Ella miraba el noticiero estelar. Un nuevo caso de feminicidio en Ecuador: “el hombre que juró amarla le había propinado innumerables puñaladas que acabaron con su vida”, decía la reportera.
Ella se dijo: “¿Qué estas esperando? ¿Ser tú la protagonista del siguiente titular?”.
Fue ahí cuando decidió irse. Quería marcharse como fuera, pero se encontró atada de pies y manos. Le pesaban sus creencias, la idea de familia. Le atormentaba dejar a un niño sin padre.
¿La estrategia? Leer, autoeducarse, pedir ayuda, ayudarse, regresar a verse al espejo y ver reflejado el rostro de una mujer que vivió once años defendiéndose y esta vez sabía que sería la batalla final.
No sabía a dónde iba sola con un hijo, pero tenía la certeza a dónde no iba a regresar.
Cuatro meses sin dormir, rogar a la vida morir, miedo, mucho miedo, fue el precio que pagó por el apego que sentía hacia una persona que jamás la amó, que le agredió, que le cortó sus ideales y la consumió hasta hacerla un objeto más de su casa.
Ya no recuerda cuántas noches ha pasado con un nudo en la garganta. No sabe cuántas veces lloró a gritos pidiendo morir.
***
Solo aquel que ha tocado fondo sabe lo que es el infierno y lucha día a día por no volver ahí.
***
Alguna vez le rompieron el corazón y acabaron con su vida. Ella era una máquina de complacer a otro. Ya no tenía vida y la sonrisa era dibujada.
Nunca se sintió ofendida, porque creía que al defenderse él no la agredía.
Creyó que no era su culpa, que él fue criado así y que qué podía hacer el “pobre”.
Pero en el “recuento de los daños, del holocausto de tu amor”, como dice la canción, terminó convirtiéndose en una persona “fea”, llena de rencores, llena de dolor y de miedos; sin autoestima, que solo se validaba a través de los ojos de él, que lloraba pensando por qué él no la quería.
Su proceso de levantarse le ha llevado alrededor de dos años y medio, donde ha leído, donde ha visitado psicólogas, donde se ha cuestionado todo.
Ha pasado noches interminables en vela, preguntándose “¿por qué a mí?” “¿qué tengo de malo?”...
Descubrió que nada, absolutamente nada.
También entendió que lleva a cuestas traumas y dolores de su infancia, de los cuales escapó a través de él... he ahí la razón de su apego.
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Hay quienes decían amarla y le lastimaron.
Hay lugares en los que estuvo a gusto y tuvo que irse.
Hay miedos que le duelen y aun así decidió quedarse a enfrentarlos.
Ha perdonado, por su paz y su proceso aún continúa.
Entendió que si no comprende lo que le pasa, no puede curarlo y superarlo.
Entendió que no puede controlarlo todo, que debe alejarse de las cosas que le hacen daño, ya sean estas familia, amigos, compañeros.
Entendió que debo ser empática y sorora, porque todas callamos una historia...
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Cada vez que regreso a ver hacia atrás, me duele; pero, aun así, agradezco a la vida por haberme sacado de ese lugar que dolía tanto.
Todos los días me miro al espejo y trato de mirarme con amor y respeto. Intento amar mi cuerpo que fue rechazado, intento hablarme bonito.
Aprendí a conocerme, sé mis habilidades y mis defectos.
Sé las cosas que me hacen daño y también soy consciente de mis miedos...
Pero aun así, todos los días, me pongo un labial rojo, me pongo una armadura y salgo al mundo “con la espalda recta, la mirada al frente, aunque no tenga ni puta idea de a dónde voy”... ¡porque soy mis ganas de vivir la vida!
ECLLM