Con tinta sangre del corazón
He vivido muchas historias en mi vida, soy una mujer de 51 años, tengo cinco hijos, las dos mayores son de mi primer y único matrimonio, de ahí tuve otros compromisos, pero no me he vuelto a casar, ni lo volvería a hacer.
Creo que el amor, es el acompañamiento, solidaridad, con la persona que se puede compartir y con quien cuentas en los momentos bonitos y los no tan bonitos, aunque pienso que nunca vi el amor como el sueño que te describen en las novelas, nunca tuve la oportunidad de vivir el ejemplo de amor, como soñar en casarse, tener hijos y amarse, eso no tenía sentido porque no veía amor a mi alrededor.
Pero en el fondo pensaba que era posible el matrimonio como un cuento de hadas, que te casas y ambos serán felices comiendo perdices, ahora pienso que el matrimonio es la puerta del infierno, (ríe) bueno en realidad creo que es una cuestión de convivencia y es difícil, porque en el momento en el que se firma el papel o que vives con alguien, tienes que conocer sus costumbres y darte cuenta de que puede tener defectos, que se demora dos horas en el baño, que duerme en el lado que te gusta de la cama, que ronca, es una cuestión de trabajo de todos los días, de saber manejar el mal genio, porque de enamorados somos hasta guapos ya de casados… te levantaste chamisuda, o le han sabido sudar las patas, todas esas cosas. (Sonríe)
Enamorarse es algo así a lo pendejo, perderse, tener un sentimiento bonito por alguien, pero no lo viví así.
Mis primeros recuerdos no son con mis padres, yo vivía con mi abuela materna, ella murió cuando tenía 3 años, mis papás trabajaban haciendo vías en las provincias y seguramente por eso no nos podían llevar con ellos, no recuerdo a mis hermanos, lo que sí recuerdo, es que me desde que falleció mi abuela yo vivía encargada de casa en casa como judío errante: con unos tíos, con otra tía, con la otra abuela, a los 5 años un tío político trata de abusar de mí o… abusa de mí, eso no lo tengo claro, la señora donde vivíamos ve eso y le cuenta a mi tía y ella se divorcia, me quedó esa culpa, a su hijo que era como mi hermano, ese mismo día o así se me quedó en el recuerdo le atropelló el carro, no se muere pero queda con una deficiencia intelectual, todo eso me queda marcado.
Mi mamá se viene a Quito con mi hermano pequeño y me deja, mi abuela mientras me vestía, me amarraba los zapatos me repetía:
-Tu mamá no te quiere, por eso no te llevó, no te irás con ella si te va a ver a la escuela porque no te quiere.
Al principio yo la quería ver, pero luego ya no, por todo lo que me decían, ella volvió, pero se fue de nuevo cuando yo tenía 7, esta vez yo misma fui a dejarla en el terminal, dijo al despedirse.
-Voy a volver para llevarles.
Yo sí quería que se vaya, porque mucho le pegaba mi papá, él era tan violento que a mi hermano pequeñito incluso un día intentó quemarlo, yo prefería que cada quien tome su camino y no vivir esas cosas feas, luego vuelve mi mamá y deciden otra vez juntarse e irnos a vivir a Quito.
Mi papá prácticamente nos robó de donde mi abuela y nos venimos para Quito, yo tenía unos 9 años, no le quería mucho a mi mamá por todo lo que me decían.
Cada vez que me pegaban yo les decía que quería irme a vivir con mi abuela, mi papá le pegaba a ella, ella se desquitaba con nosotros y así… por años.
En la escuela tenía un profesor, él se preocupó por mí porque me veía mal, me preguntó que me pasa, le dije que no quería estar ahí, fue a hablar con ellos, le dijeron que yo estaba loca, y ellos eran una pareja muy feliz, que eran padres muy colaboradores, me dieron otra paliza.
Recuerdo un día que nos fuimos a una fiesta, lo recuerdo bien porque cuando regresamos fue la primera vez que mi papá me mandó al hospital, por sujetarle para que no le pegara a mi mamá me dio un cabezazo y me rompió la nariz, nunca escuché una disculpa. (Algunas lágrimas recorren sus mejillas).
Y bueno así empezó este largo trajín de una niña resabiada a una adolescente “soldado de la familia”, yo nunca quise ser soldado de nadie, cada quien debería luchar sus propias guerras, pero sin querer me pusieron ese trabajo el de protectora de mis hermanos y de mi mamá, desde ahí cada vez que les iba a pegar a ellos, a pesar de que todos mis hermanos son varones, la que aguantaba era yo, mientras ellos corrían.
Me volví una persona rebelde, enojada, ávida de justicia, me fui convirtiendo en lo que soy, me enojaba, porque yo era la única mujer, a mí debían cuidarme, pero no.
A mis 15 (largo silencio) mi padre me violó, y eso se fue repitiendo siempre, por eso yo decía “tengo que irme”, creía que esa era la solución, porque tampoco teníamos el apoyo de nadie más, era una cosa casa adentro y otra lo que se veía desde afuera, cuando alguien venía a visitarnos, nunca se podría imaginar todos los tormentos que vivíamos, porque mi papá siempre era un hombre que aconsejaba a otros, que aparentaba otra cosa.
Mi vida se volvió mucho más fea de lo que ya era, mi madre solo lo supo cuando mi papá ya se fue definitivamente de la casa, yo vivía enojada con ella, pensé que ella debía darse cuenta y hacer algo, cuando me fui no tenía a nadie, no tenía amigas, no podía tener, creo que si hubiera tenido personas de confianza este secreto se hubiera sabido a tiempo, pero por eso mismo nos aislaban para que nadie lo supiera, por eso es importante tener apoyo porque esa es una manera de romper el silencio, de no darle armas y de tener una salida.
Dejé de estudiar por la misma situación de violencia, estaba en un colegio particular y cuando necesitaba para la pensión o para algo de mis estudios, le pedía a mi papá y para que me dé tenía que acostarme con él por eso yo no quería seguir estudiando. Yo me intenté suicidar dos veces, no lo logré, y que bueno, porque si no… ¿Te imaginas? ¿Quién te estaría contando esta historia? y el mundo se hubiera privado de mi ingenio y no, no hay chance.
Fue una historia no sé si trágica, pero es una de las cosas que más marcó mi vida, pero una cosa llevo a la otra, fue la violencia que yo viví en mi casa y el ya no querer estar ahí, si me tocara elegir de nuevo me volvería a ir, era algo muy feo ese lugar.
Entonces era católica, ahora también pero con las respectivas reservas, no soy muy practicante, en la iglesia me decían que tenía que ser pura y casta y además sumisa porque eso es lo que pide el señor y nuestra religión, lamentablemente eso es algo que nos enseñan y que te marca, te hacen creer en lo que está bien y en lo que está mal, si eres mujer debes ser toda recatada sumisa y buena, buena madre, buena hermana, buena hija, buena tía, buena, incluso para los hombres es súper complejo el tema porque tienes que ser buen proveedor, tienes que cumplir los cánones que te manda la sociedad, tienes que ser hombre, macho, pecho peludo y la otra, la mustia, sumisa.
Me fui de mi casa a los 18 años, con el que fue mi primer enamorado, si se puede decir así, en realidad solo me dio mi primer beso a los 12 años, nos veíamos una vez al año porque yo vivía en Quito y el en Loja, me fui huyendo de mi casa, de la violencia, al mes y medio de habernos vuelto a encontrar y reanudar ese noviazgo, me comprometí con él porque sabía que mi papá me iba a buscar, y me iba a obligar a volver a Quito y el muy comedidamente me dijo ¿Y si nos casamos? Y nos casamos, al principio le tenía agradecimiento porque supuestamente me había salvado de mi papá, pero al poco tiempo me di cuenta que esa fue la peor decisión de mi vida, él a pesar de ser dos años mayor era un hombre muy inseguro, violento. Escapando de un cuco me conseguí otro monstruo, ¿Cuál de los dos era el peor? Nunca lo llegué a saber.
A los ocho días de casados, yo aún me pregunto que hice, han pasado casi 35 años yo aún no lo sé, estábamos en una fiesta y él sin razón alguna me dio una cachetada que me tumbó lejos, según él dice, yo me estaba riendo con otra persona, hasta ahora no sé quién sería, fue la primera golpiza que me dio, no fue la última fueron muchas veces y al minuto siguiente me pedía perdón.
Fue una relación súper tormentosa, yo que venía de un hogar violento, y veía las veces que mi papá le pegaba a mi mamá, estaba repitiendo la historia, no tenía a donde ir, tal vez por eso él se aprovechaba de mi miedo y seguí en ese círculo, mi papá me dio la espalda completamente, me dijo:
-Para mí estás muerta, olvídate de todo, tú tomaste esa decisión entonces afronta las consecuencias.
Todas estas cosas no me permitían regresar a mi casa, me quedaba soportando esa situación, porque ese era el modus vivendi que yo conocía sabía que estaba mal, sabía que yo no quería eso, pero no encontraba como salir.
No comía, llegué a tener un problema médico en los ojos, casi me quedo ciega porque yo lloraba todos los días, quería que todo se termine, el me pegaba, al principio me pedía disculpas me prometía que eso no iba a volver a pasar, pero luego ya ni siquiera eso, todo se volvía mi culpa, en mi alma de mártir, asumía que estaba bien, yo me decía:
- Bueno, tengo la culpa, ese es mi destino, ahora aguanto.
Una cosa muy fuerte, fue que, faltado dos días para casarnos por la iglesia, me pegó sin ningún motivo, nunca tenía motivo, se cortó las venas y con la sangre escribió en la pared TE AMO
Esas cosas a mí me aterrorizaban, me paralizaban, muchas él veces me decía:
- Me voy a matar
Mientras cogía una Gillette para cortarse, yo no podía ni saludar a nadie, ni hombres, ni mujeres. Yo era una mujer muy abierta y de repente me convertí en otra persona.
Me quedé embarazada de mi primera hija, pero eso no cambió el panorama, la violencia seguía. A punto de dar a luz, mi esposo me dio una paliza, yo trabajaba en una distribuidora de material de construcción, ahí nos daban un cuarto para vivir y trabajaban solo hombres, yo me encargaba de entregar los productos, este señor en vez de ir a trabajar se quedaba a espiarme, escondido entre las casas a ver: que hacía, a qué hora salía, con quién hablaba, cuánto se demoraban los trabajadores retirando el material. Un día, él llega a discutir, yo tenía una perrita chiquita que me regalaron, ella viendo cómo me maltrataba me quiso defender y el de una patada la estrelló contra la pared y como sería el impacto que la perrita se abrió, su pancita explotó, yo me puse a llorar porque no era justo, él solo me pegó y ese día me pegó tanto que él mismo pensó que me mató.
Me fue a dejar en el fondo de la quebrada de San Millán en la Comuna, pero un trabajador había visto lo que pasó y le había contado a mi mamá y entre los dos me sacaron del fondo de la quebrada. Faltaban 15 días para que yo dé a luz.
Él se había ido a Loja, como lo hacía cada vez que peleábamos, cuando nos casamos nos dieron un montón de regalos él cada que se enojaba iba vendiendo nuestras cosas y desaparecía, estaba un tiempo en Loja y otra vez regresaba.
Faltando dos días para que yo dé a luz regresó, mi familia estaba enojada con él, pero también conmigo, porque yo era la que lo había permitido, el regresó a pedir perdón dijo que nunca más iba a pegarme, pero no fue así.
Mi hija nació con su carita, su pierna, y su bracito morados de tanto golpe. El cura que nos casó conocía a mi familia de toda la vida, nos bautizó, nos dio la primera comunión, la confirmación, y él vino a hablar conmigo; me dijo:
- Así mismo es el matrimonio. Tú debes ser más sumisa, dejar de ser tan rebelde, debes aprender a no responderle, siempre has sido así, algo debes haber hecho para que el pobre hombre reaccione de esta forma, si tú ya sabes que a él no le gusta que hables con hombres, para que hablas.
En ese tiempo, mi único referente de una mujer divorciada era mi tía, en la familia ella era el bicho raro, todos la criticaban, la aislaban y bajo esa premisa simbólica que siempre vi en mi madre, para mi estaba bien el maltrato, yo acepté mi destino porque así estaba escrito.
Con él viví 5 años, de mucho golpe y maltrato, él decía que se porta así porque yo soy muy bonita y él es feo y cualquier momento lo voy a engañar, que en Quito yo conozco a todo el mundo y en Loja también, entonces que nos vayamos a vivir a un lugar neutral, me dejé convencer porque quería salvar mi matrimonio, porque si no… me iba a podrir en el infierno, ahora no me importa a donde me vaya.
Nos fuimos a vivir en Cuenca, ahí pasé las cosas más bonitas, era un matrimonio de ensueño, porque yo estaba dedicada a mi guagua y no conocía ni a los vecinos de al lado, tenía que esperar a que él venga hasta para salir a darme una vuelta, siempre con él. Era una felicidad ficticia porque yo hacía todo lo que él quería durante un año.
Se suponía que era una ciudad neutral pero ahí vivía su hermano y varias personas de su familia, él tenía conocidos yo no conocía a nadie, mientras en mi casa mi papá seguía siendo el mismo hombre violento, mi mamá y hermanos los mismos miedosos, el los golpeaba los botaba de la casa yo cuando me enteraba salía corriendo para Quito a defenderles, una vez mi mamá me ofrece ayuda para cuidar a mi hija para que yo pueda volver a trabajar porque hasta para comprarme un pan, tenía que pedirle a él, el me compraba lo más barato hasta las toallas higiénicas más chimbitas, así que conseguí un trabajo en Cuenca en un restaurante, y ahí empezó al relajo nuevamente.
Falleció el padrastro de mi mamá y regresé a Quito, decidí quedarme, me embaracé de nuevo porque otra vez no tenía dinero y no tenía ni para las pastillas anticonceptivas.
Seguían los golpes, desconfianzas, martirio, hasta entonces no era un borracho, el todo lo hacía en juicio y por cualquier cosa, vivíamos en la Quito Norte, empezó a hacer costumbre los jueves llegaba y se quedaba en la tienda de la esquina tomando, los viernes ya ni llegaba; pensé que era por los amigos así que decidí cambiarme de casa, no había ni luz, ni agua, el piso era de tierra, así que empecé a gestionar con el municipio para que nos pongan los servicios, empecé a organizar a los vecinos y a los dirigentes .
El agua nos dejaban a unos 500 metros, y conseguí que nos abran las calles hasta mi casa, eso significó una piza, conseguí la luz, otra piza, por que según él:
- Tu mozo a de ver sido el que vino a poner: el agua, la luz, a abrir la calle.
Todo el mundo era mi mozo.
Cuando vine mis hijas tenían 3 años y 6 meses respectivamente, cuando quería ir a ver a mi mamá me daba permiso solo si acababa las tareas que me dejaba, cuando tenía cita médica, me escondía los zapatos, me quemaba la ropa, para que no salga, me denigraba cuando salía me bajaba la ropa interior para olerla, fue una tortura de casi 6 años.
Lo económico fue bastante fuerte mientras yo tenía mi dinero, yo sabía que comprar en qué gastar, pero eso era como la patente de corso que le daba a él para que me maltrate, porque yo “no tenía que tener dinero”. Cuando dejé de trabajar y él era el que manejaba económicamente la casa, entonces estaba bien. porque él me daba centavito por centavito.
- Esto compras, esto para el pan, esto para la leche.
Yo no podía comprar ni una pintura, peor un rímel entonces la situación económica me daba mucho miedo porque cuando yo no trabajaba me tocaba mentir para guardarme centavitos ni siquiera para mí, sino algo para mis guaguas. Yo creo que la cuestión económica limita muchísimo las mujeres.
Me pegaba, yo siempre salía corriendo con mis guaguas, hasta que un día ya sabía que me iba a pegar porque mi casa tenía dos entradas, cuando estaban atrancadas era porque me tocaba la paliza, ese día venía a reclamarme no se ni que, yo estaba en la cocina y cuando alzó la mano para pegarme yo cogí lo primero que encontré había sido una jarra de vidrio y le estampé en la cabeza, y se la rompí, hasta hora recuerdo fue muy traumante, me dije:
- Aquí me mata o lo mato yo
Me transformé, lo golpeé mucho, había momentos en este estado tan oscuro que a ratos no lo veía a él, sino a mi papá y toda la furia que tenía retenida la descargué, fue la última vez que convivimos, de lo que otras veces los vecinos venían a salvarme a mí, ese día fueron a salvarle a él, fue el momento más decisivo de mi vida.
Mientras esto pasaba mis hijas estaban ahí dentro, tengo tan clara esta imagen mi primera hija había puesto en una funda amarilla un poco de ropa y pañales de la hermana, ella se iba de la casa estaba haciendo a los 3 años lo que a mí me costó 18, fue un click, como un interruptor en mi cabeza.
Me dije, yo no voy a esperar a que mis hijas tengan que salir corriendo un día cuando estén grandes, cogí a mis hijas y me fui donde mis papás, llegué temprano y no les dije nada ya se estaba haciendo tarde, y mi papá empezó a decir:
-Bueno, ya son las 5 de la tarde ya ándate pronto.
-Yo no me voy (dije).
No me querían aceptar.
-De todas maneras yo no voy a regresar –dije- y si no me aceptan aquí entonces me voy a dormir debajo de un puente pero yo a mi casa no vuelvo, me voy a separar.
-Veras hijita-dijo mi papá- para qué vas a hacer esa payasada de irte de la casa, te apuesto que en un mes, dos meses máximo ya regresas, porque a las mujeres no se les puede creer, porque siempre regresan.
Antes mi marido se había ido un montón de veces, pero yo no. Nunca más volví.
Me quedé, yo le tenía mucho miedo, dormía en un cuarto con mis hermanos, no sé cómo se logró entrar a mi casa en la noche ahí a vista y paciencia de todos, me destrozó la cara y se fue.
Lo volví a ver a los dos años, cuando vino a vender mi terreno, mi papá me lo había comprado e hicimos una casita, lo vendió, no me dio ni un centavo, nunca se ocupó económicamente de sus hijas, yo lo volví a ver frente a frente 16 años después y mi cuerpo todavía reaccionó con miedo.
¿Sabes lo qué me dijo después de tantos años? Que todavía me amaba y que nunca se había comportado así con ninguna otra mujer porque a nadie había amado tanto como me amaba a mí. Los celos son una enfermedad y un problema muy grande para el que lo siente y para el otro también.
Me pegaba porque me amaba y yo tenía la culpa por portarme así
Tal vez por eso me he animado siempre a que las personas no callen, a ayudar a los que viven historias terribles detrás de cada puerta.
No lo volvimos a ver, se fue a vivir en Loja, hace unos 3 años recién salió el divorcio, cuando me dijo que quería firmar, dije:
- ¡Por fin!
A mi ex suegra le pedía que me ayude a divorciarme, ella dijo que no, que aunque sea el último día de mi vida vamos a volver a estar juntos porque somos casados por la iglesia, le contesté:
-Pero claro, si me vuelvo a juntar con él, seguro va ser el último día de mi vida, no ve que me va a matar.
- No, así es el matrimonio, uno tiene que aprender a ser humilde- Me dijo.
Yo creo que esa fue una de las cosas más difíciles que tuve que vivir. Yo me he enamorado y me he desenamorado muchas veces, pero nunca, nunca, nunca, encontré a una persona tan violenta como él.
Pero debía sentirme alagada porque él me amaba (Ríe).
Hace un año tres meses murió mi padre. No sé por qué se dieron estas cosas, no sé si es Síndrome de Estocolmo, después de todo quizá por el cargo de consciencia, mi padre se convirtió en el protector de mis hijas, económicamente, emocionalmente, yo estuve ahí siempre para él, cuando le detectaron el cáncer, cuando le operaron cuando estuvo enfermo, se murió prácticamente en mis brazos.
El día anterior conversamos unas dos horas, estaba lúcido, me pidió perdón aunque nunca me dijo por qué lo hizo, no tuvo el impacto que esperé quizá porque para mí ya estaba perdonado hace muchos años, pero necesitaba esa palabra, que él la diga, necesitaba escuchar, cuando le dije que eso era lo único que esperaba, él se puso a llorar, sé que desde donde esté, si hay un Dios tendrá que pagar lo que hizo y sino, pues ya pagó en la tierra cuando estuvo enfermo, porque tuvo que depender de alguien a quien hizo tanto daño, eso debe haber sido una forma de purgar sus culpas, yo no soy nadie para juzgar.
7 años y medio estuvo enfermo, los últimos años tuvo una relación de camaradería conmigo, me llamaba todos los días hasta para preguntar qué comer, iba al médico yo lo acompañaba, dejó en mis manos su salud e incluso la decisión de cremarlo la tomé yo, para poder dejarlo en Loja donde siempre quiso volver.
Tuvo cáncer al estómago, le operaron, pero se repartió, se regó por todo lado, a la próstata y el que lo mató finalmente fue el cáncer al pulmón, a veces pienso que le tengo gratitud por todo lo que hizo por mis hijas, me he convencido de que así trató de compensar lo que hizo conmigo y que era su forma de pedir perdón.
Aprendí que nunca fue mi culpa, nunca fue mi culpa, nunca fue mi culpa, mi mamá entre lloros me dijo, tu siempre fuiste mi salvación, yo nunca quise eso, no quería ponerme una capa de súper woman, me hubiera gustado que alguien me defendiera a mí alguna vez.
Si no hubiera pasado todo esto, no sería la que soy, lo tomo como un aprendizaje de la vida, me ha hecho más humana trato de darles a mis hijas y a mi hijo lo mejor de mí, recordando lo que viví, un hogar sin violencia, porque eso no se merecen, merecen algo mejor, y quien sabe en este largo trajinar me encuentre con la persona adecuada y si no por lo menos me he encontrado conmigo que soy la persona más adecuada para mí.
Siempre se ha vinculado el amor con la sexualidad o por lo menos eso creemos, para mantener relaciones sexuales nos crean esa falsa historia de estar enamorados y que tienes que disfrutar porque como ya es tu esposo o tu novio de ley le debes una relación sexual cuando no es así.
Sexualidad y amor no tienen nada que ver, deberían ir de la mano, pero lamentablemente la mayoría de hombres y mujeres inician la vida sexual en base a las películas pornográficas, a las revistas, y eso no tiene nada que ver.
A las mujeres solo nos enseñan que tienes que lavar, planchar, almidonar camisas, ser buena mujer dentro del hogar, pero nunca te enseñan a ser buena amante o no te dan información al menos a mí no me han dado sobre la vida sexual, entonces una va como borrego el matadero sin tener ninguna perspectiva de lo que le espera en una relación sexual y eso sí se debería cambiar incluso para los hombres, también el estigma qué se les pone, qué tiene que satisfacer sexualmente a la mujer y que ella tiene que estar contenta, pero si no sabes ni contentarte vos, peor a esa pobre cristiana. (Ríe)
Ahora he decidido que para ser pareja de alguien, primero debería ser mi amigo, vinculado con lo que hago, que sea un compañero, alguien en quien confiar, ya no la idea de que el amor todo lo puede sino con los pies en la tierra y que podamos caminar juntos, ni siquiera el amor sexualizado sino más bien el compañerismo, empatía, compartir un café y poder conversar nuestras vidas sin cuestionarnos ni censurarnos; que respete mi forma de pensar sobre las mujeres sin tintes machistas, que no minimice mi trabajo con mujeres.
Mi trabajo con mujeres es de acompañamiento, escucha, estar ahí para ayudarle con sus problemas, muchas veces estoy rodeada de muchos hombres, ahora tengo labores dirigenciales y barriales, yo dirijo la junta de sanciones y ya han ido cambiando un poco por lo menos en los grupos de WhatsApp, cuando me incluyeron parecía un chat pornográfico, me ha tocado luchar fuerte, pero ya es un chat de información, ya lo piensan dos veces para hacer un chiste, igual en las reuniones porque en seguida les caigo, para hacer escuchar mi voz muchas veces he tenido que masculinizar mi presencia, porque a las mujeres no nos toman en cuenta, hasta cuando me propusieron ser parte de la lista quisieron que sea vocal de asuntos sociales, yo les dije:
- Yo no soy para estarles pasando la tacita de café, o me dan una dirigencia que valga la pena o no me den nada, yo me he ganado mi puesto yo soy quien soy y no estoy para irle a barrer el espacio a nadie.
Formé un colectivo de apoyo a mujeres, yo soy una líder innata, desde hace 20 años me vinculé con el primer grupo de promotoras comunitarias en derechos y ciudadanía, me formé y cuatro años, incluso tuve la oportunidad de ir a Bolivia a representar al país soy sobreviviente de intento de feminicidio y sobreviviente de violencia de género.
Se toma unos segundos para despedir a sus nietos
- Mi amor ¿Ya se va? Muy bien, que le vaya bien. Ahí están sus pinturas, guardarán sus cositas, mañana vamos a hacer plastilina ya- Los niños se emocionan - Chao mi amor nos vemos.
-Mi nieta que está haciendo actividades motrices- me explica.
Entonces me vinculé en estos procesos y ya me quedo con esa espinita, decían un curso y yo me iba. En la consecución de la ley 103 yo trabajé muchísimo desde el territorio, porque la gente decía
- Pero sí te maltrataba tanto este desgraciado ¿Cómo es que no le denunciabas?
No había cómo denunciar, no teníamos dónde, pero desde la consecución de esta ley ya se puede denunciar, por eso trabajamos mucho, en las capacitaciones nos juntamos con otras mujeres, porque lo que me había pasado a otras también les pasaba y otras lo estaban pasando y así, nos fuimos uniendo en ese dolor.
Entendimos que debíamos estar juntas, que ya no estábamos solas y esto realmente fue lo que inició mi colectivo, el no querer estar solas, el saber que entre todas podíamos, que si a una amiga le pasaba algo yo les iba acompañar a poner la denuncia, que sí a otra le pegaba el esposo pues yo iba mandarle un WhatsApp a la policía.
Empezamos a buscar espacios a juntarnos y a sacar adelante esto, un día dijimos pongámonos nombre y conseguimos un espacio en la Casa Somos del barrio, nos prestan una oficina los días lunes y miércoles o cuando necesitábamos antes de la pandemia, también tengo un grupo 24/7 de WhatsApp donde a la mayoría de personas no conozco pero es gente que necesita a veces una palabra, que le manden a la policía, decirle “no estás sola no te preocupes esto va a pasar” aunque sepamos en nuestro interior que a veces no va a pasar; pero estamos ahí y ahí siempre encontramos a alguien que necesita. Entonces entiendo que todo lo que pasó valió la pena aunque me hubiera gustado no pagar tan caro el aprendizaje, pero ese es el precio de la fama (Sonríe).
Eso es realmente lo que nos llena, eso es lo que hacemos, me siento feliz, soy una persona feliz, a pesar de todas estas cosas considero que puedo dar mucho de mí, y así soy, bien loca.
Ahora empecé a estudiar de nuevo con una compañera del colectivo, estamos estudiando a distancia hemos empezado de cero, a ella le daba vergüenza pero me ofrecí a hacerlo juntas y vamos bien, les dije a mis hijos que voy a hacer la abanderada porque demás yo soy muy inteligente, soy un autodidacta, siempre me he inclinado por el tema de la enseñanza claro que ahora que me gradúe, voy a optar por la línea de la abogacía y los derechos, pero siempre fui una autodidacta y soy maestra de vocación incluso trabajé por muchos años de profesora en una escuela.
Lo que influyó en mi construcción de amor fueron las novelas las de Corín Tellado todo un drama, la pobrecita huérfana empleada que es la más humillada y luego es la dueña de todo, y luego con su alma tan noble le perdona a la mala del cuento y se queda con el infiel ese. Unas que me impactaron mucho se llamaban Mariana de la Noche y Topacio, la pobre ciega, que le habían regalado, ¡Todo un drama Dios mío! ¡Cómo nos venden estas ideas tan absurdas! Ay no, no, no.
Yo creo que en alguna época de mi vida romántica escribía poesías para escaparme de la realidad, buscaba un espacio, aunque sea dentro de la imaginación que sea dulce.
Estaba en auge Leo Dan, Mary es mi amor. Julio Jaramillo, Nuestro juramento, y el siguió el consejo de la canción al pie de la letra escribiendo con tinta sangre su amor en la pared. Una cosa es que yo te cuente ahora, y otra es vivirlo, es de terror, algo demasiado fuerte.