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Yo no tuve papá, ni una figura paterna que recuerde, mi madre no nos presentó a ninguna pareja, ni supe si tuvo alguna, así que no conocí cómo eran las relaciones. Imaginaba que los hombres mayores serían más maduros, me equivoqué. Esto pasó cuando yo tenía 19 y él 27.


Fue mi amigo por mucho tiempo o al menos eso creía yo, él me dice que nunca pretendió ser mi amigo. Era detallista, estaba siempre pendiente, yo pensé que su amistad era invaluable y que tenía mucha suerte. Él insistía en que fuera su pareja, me presionó diciéndome que me retiraría su amistad sí no accedía a estar con él, que pronto se iría a otro país, así que esta era la última oportunidad para que aceptara ser su novia y yo lo hice.  Estoy consciente que eran las razones equivocadas, pero de todas formas intenté que funcionara, al principio parecía estar todo bien, pero luego empezó a cambiar.


Una vez me invitó a un parque de diversiones, yo no sabía que su familia iba a estar ahí, ni siquiera me preguntó si los quería conocer, yo me quedé atorada en un juego sin poder salir, le pedí que me ayude y no lo hizo, se quedó con sus primos y su hermano riéndose, me sentí humillada.


En otra ocasión, me invitó a su casa porque había preparado un almuerzo con su familia, yo estaba con mi familia y me llamó tantas veces insistentemente que accedí y al llegar me encontré con él borracho y otros tres hombres tomando, yo no sabía que él tomaba. No podía ni mantener una conversación conmigo y me sentí muy incómoda y fuera del lugar, esos chicos me dijeron que eran familiares y que él era así que no debí haber ido. Era tarde y quería irme, él no me dejaba pasar y su hermano mayor tuvo que intervenir para que me dejara, pude salir y él salió atrás de mí, me dio 5 dólares, no quise aceptarlos y empezó a gritarme, la gente nos miraba, en mi mente de manera juzgona, tome los 5 dólares para evitar el escándalo y me fui. Me sentí abrumada.


A partir de ahí, me llamó en varias ocasiones borracho, no podía ni entender lo que me quería decir, pero sé que después de esas llamadas yo me sentía culpable, culpable por no poder hacer nada, por querer ayudarlo, por no quererlo como él quería que lo quisiera, culpable por soportar cosas que no quería soportar.    


El solía ser amable, cuando fuimos solo amigos, yo creía que él estaba muy enamorado de mí y que le agradaba mi físico y forma de ser pero como novios, comenzó a criticarme, a decirme que era muy callada, demasiado tranquila, que estaba muy gordita, que antes me veía mejor, que antes me veía como una Barbie y que ahora era una ballena. Me advirtió que cuando él regresara de su viaje fuera del país quería verme de nuevo bonita, no le contesté nada pero me afectó.
 

También me decía que él no estaba enamorado de mí y que cuando tengamos un hijo me llegaría a amar, antes no, ahora sé que era su forma “sutil” de decirme que quería mantener relaciones sexuales conmigo.


Empezó a criticar la forma en cómo me vestía o como me peinaba, me decía que el cabello suelto no me quedaba bien y que me veía despeinada cuando lo llevaba de esa forma, al principio no me importó pero luego cuando sabía que lo iba a ver, trataba de tener el cabello recogido. Me hacía bromas cuando estaba con sus amigos o familia. Me decía que le gustaba porque era una buena chica y que sabía que no le iba a ser infiel o que me iba a quedar a su lado pase lo que pase. A veces me trataba muy bien y otras como si yo no fuera importante para él.


Constantemente me comparaba, “no eres tan graciosa como tal persona”, “no eres tan atrevida como tal otra”, “no te ves tan bien como…” “esa ropa no te queda bien”, “tienes que bajar de peso” yo pensaba “porque decidiste estar conmigo si tantas cosas te parecían mal”. La mayoría del tiempo optaba por quedarme callada, para evitar las peleas, prefería hacer lo que me decía para evitar la confrontación. Esas cosas afectaron mi autoestima y seguridad.


En cuanto a lo económico en esa relación, él, por decisión propia asumía que debía pagar todo, porque sentía que como hombre esa era su obligación, se enojaba si yo quería pagar el pasaje o algo, eso me parece un poco absurdo.


Un día antes de salir del país, me propuso tener relaciones de manera explícita y yo le había aclarado que no quería porque no estaba lista y me respondió que él me esperaría máximo un año no más de eso y que debía reconsiderarlo porque era preferible que él se quede con el “tesorito” a que yo muera y se “lo coman los gusanos”, “una pareja sin relaciones sexuales no funciona”, me dijo.


Cuando se fue me advirtió que debía portarme bien. Él era celoso, y creo que eso es una muestra de inseguridad, la fidelidad es un compromiso y una decisión de querer estar juntos. Cuando existen cosas no negociables cada uno debe tomar su camino por separado.


Estando allá, a veces escribía, otras no respondía durante días, el que estuviera lejos me hizo considerar que era mi oportunidad de terminar la relación, lo hice y él me respondió que estaba bien, no me dijo nada más. Al poco tiempo de que termináramos, él tenía ya una novia y eso me afectó porque pensé que yo era especial y que no sería tan fácil de reemplazar.


Aun así, mi sentimiento de culpa y deuda para con él crecía y crecía, después de meses regresó al país, salimos algunas veces, la mayoría de ellas tuve que acompañarle a hacer cosas como comprar ropa o hacer encargos de él, a veces le ayudaba con sus tareas o me dejaba haciendo sus tareas a mí, argumentando que yo era inteligente y se me iba a hacer fácil y que por esa misma razón no le pedía a otras chicas. La última vez que salimos me dijo que le gustaba pero que él no quería ser mi novio, eso me dolió y decidí que fue suficiente humillación, nunca más lo volví a ver personalmente.


Así pasaron años, cada vez que regresaba a mi vida era para recordarme que yo fui muy especial para él y que no iba a encontrar a nadie como yo, me decía que yo debí haber sostenido la relación porque yo como mujer era más racional, en cambio él era más impulsivo y no podía evitar ciertas cosas, me sigue culpando de sus lágrimas y de su sufrimiento.


Me decía que él se había portado muy bien conmigo porque no había llevado a ninguna mujer a su casa y que fui la primera, que fue muy atento y amable, que me seguía escribiendo porque le importaba y que con ninguna ex había hecho eso. Me dijo que sus amigos sabían dónde estudiaba y que en ocasiones me veían caminar desde la parada del bus hacia mi facultad, él pensaba que era muestra de afecto y romanticismo el tenerme vigilada. Me seguía sintiendo en deuda y culpable, en ocasiones llegaba a pensar que él tenía razón, que yo debí haber hecho más para que la relación funcione, pensé que yo debía ayudarle a “cerrar el ciclo”, que era mi responsabilidad.


Él sigue convencido que nuestro destino es volver y promete “que me va a volver la mujer más feliz del mundo”, cuando estemos juntos y cuando trato de confrontarlo, él se excusa en que no está pidiendo volver y lo que dice es broma. Él, sigue siendo el mismo manipulador de siempre, el que voltea las cosas para salir bien librado pero yo ya crecí, aprendí y ya no me dejo.


La religión tuvo mucho que ver con mi forma de pensar, yo creía que debía aprender a cocinar, a lavar, a planchar para poder ser buena esposa. Ahora sé que debo aprender hacer esas cosas, pero para ser funcional porque voy a necesitar esos conocimientos para mí misma. Ahora sé que la manera en la que me enseñaron a cumplir con mi rol, ser buena mujer y amar a Dios no es la que quiero para mí, las mujeres no debemos aguantar nada que implique nuestra propia destrucción.  


Mi herencia religiosa me hacía pensar que debía casarme antes de iniciar mi vida sexual, ahora entiendo que es parte normal de la interacción de algunas parejas cuando así lo decidan. El tema aún me genera mucha incertidumbre, reconozco que tengo muchas trabas mentales que superar y el miedo en ocasiones llega a ser tal que puedo incluso negar mi sexualidad como parte de mi ser, no sé si ese era el objetivo inicial cuando los catequistas y algunos familiares hablaban de sexualidad basados en la religión, ahora les digo sus creencias han representado más inseguridad y miedo que solución o respuesta a muchas de mis preguntas.   


Ya no creo en que deba casarme como requisito para tener vida sexual, pero sí que debe llegar alguien especial para ello, para mí persona no estaría bien tener una vida sexual que no incluya la afectiva. Es una decisión por cuidado personal y emocional. Pero no creo que esté mal que las personas la vivan a su manera y tomen las decisiones que los hagan sentirse bien consigo mismas.


En cuanto al matrimonio, creo que está desgastado, las estadísticas dicen que la mayoría termina en divorcio, no sé si esto se deba a que las personas se casan por motivos inapropiados, por impulsos, porque estaban en la etapa de enamoramiento, sé que debería ser para construir y desarrollarse, pero siento que no resulta así en muchos de los casos. Tal vez, es mi miedo a comprometerme con alguien sin posibilidad a una separación lo que me lleva a pensar de esta manera, pero como lo menciono, estoy aprendiendo y ahora sé que el matrimonio no tiene que ser una sentencia y que las relaciones y matrimonios deberán ser hasta que las cosas funcionen para las dos partes.


Mi formación profesional, algunas maestras y compañeras de carrera, páginas de redes sociales feministas me han ayudado a ver otras perspectivas, a aprender lo que está permitido en una relación y lo que no es negociable. Ver esta información, conversar con amigas, empezar a romper paradigmas, cuestionarnos estas cosas escuchar testimonios de otras chicas que han vivido algún tipo de violencia, todo esto me ha ayudado a reflexionar, a cuestionar, a cambiar.
 

Hay muchas mujeres que se quedan junto a personas que las maltratan, muchas veces es por la estructura social, por creencias religiosas, entre muchos otras causales poco visibles y muy cuestionados por los que ven la situación desde afuera, no es justo que soporten eso y sientan que deben quedarse ahí.


Siento que los roles de género están cambiando, que ya no hay que seguir tal cual esas reglas, que las características ya no son exclusivas solo de hombres o mujeres que ya puedo comportarme de otras formas que no encajan con esos estereotipos, creo que nos estamos abriendo un poco. Creo que hombre y mujer pueden tener las mismas funciones que los dos deben aportar.


En una relación yo busco fidelidad, honestidad, compromiso, apoyo, soporte y que te invité a desarrollarte en lo personal fuera de tu propia motivación.


Considerando que, violencia es todo acto u omisión que causa daño físico, psicológico o económico a otra persona. Yo pensaba que no había estado en situación de violencia, porque escuchaba historias mucho más fuertes, cosas como los golpes y todo tipo de abusos, pero en retrospectiva la crítica, los celos, la posesión, la presión es desgastante a nivel emocional y psicológico.

 

Creo que el sentimiento de estar en deuda y la culpa es lo que más recuerdo de esa relación, cuando empecé a sentirme incómoda con él, con su familia, con sus amigos, no sabía en qué momento iba a criticar algo de lo que hacía o decía, me sentía menospreciada y burlada.
 

Esta relación fue un choque con la realidad, porque yo venía con las ideas que había visto en las películas donde las discusiones eran muy bobas y todo terminaba bien, pero tener una relación es más complicado que lo que nos muestran esas historias, allí todo es felicidad, las discusiones terminan en matrimonio, pero mi vida real estuvo llena de peleas constantes y las ganas de permanecer en la relación se fueron acabando.


La mayoría de mis recuerdos con él, son negativos, quizá no fue así del todo, pero es lo que más recuerdo. La violencia va en escalada y pese a que mi historia terminó relativamente bien, siento que de haber continuado un poco más sería una mujer sometida a los deseos de él y que su proyecto de vida sería hoy el mío, sin opción a más.

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Fue detallista solo cuando éramos amigos

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