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“Dos meses” ...


¿Cuánto pueden representar “dos meses”?


La gran historia de mi vida cabe en “dos meses”.


“Dos meses” es muchísimo tiempo cuando solo has vivido catorce años.


La vida se detuvo en esos “dos meses”…


“Dos meses” que atraparon mi memoria, que guiaron mis decisiones.


Tal vez al terminar esta historia haya superado esos “dos---cortos---meses”.

Soy Emma, y soy sumamente joven, así que esta historia me ha perseguido por gran parte de mi vida.


Lo conocí apenas superando la niñez, me lo presentó una amiga ¡Que hermoso era!, me sentía feliz después de mucho tiempo o… ¿Quizá por primera vez?… al menos así de feliz; pensé que tenía mucha suerte de haber encontrado al amor de mi vida tan joven, fuimos compañeros en el colegio, fue mi primer novio y con el que experimenté todas las cosas que yo consideraba importantes hasta entonces, caminar de la mano, hablar, reír juntos, sentí que tenía a alguien que me entendía y trataba bien, me decía “mi princesa, mi preciosa”, cosas que nunca escuché en casa, me sentía en las nubes. Pero un día, D O S M E S E S después, sin motivos evidentes se alejó.


Me dijo que mejor estaríamos como amigos, yo acepté, no tenía opción, pero lo seguí queriendo y aunque el propuso el trato de la amistad, volvía a mi vida cada vez que terminaba otra relación,  yo lo aceptaba, pensando que ahora sí sería para siempre, pero nuevamente volvía a irse, dejando más grande el vacío de su ausencia, que fue creciendo cada vez que iba y venía, por al menos dos años.


16 años, es muy poco para andar rota en la vida, pero yo sí me sentía rota, no recuerdo cuando empecé a rajarme, pero la gran herida me quedó desde los 9 años, esa imagen la voy a recordar para siempre, mi madre con una camiseta gris, sobre en una pared de ladrillo, mientras mi papá la sujetaba por el cuello, asfixiándola.


No entiendo cómo dos personas así pueden estar juntos, él era un mujeriego empedernido, ella… su mayor reto, la consiguió y logró hacer un hogar al lado de su trofeo, tener a sus dos hijos, encerrarla en la casa, dejarla sin escapatoria hacer que dependiera de él para todo. Por años ella soportó maltratos “por sus hijos”, pero hace poco empezó a trabajar, esto lo desequilibró aún más. Los malos tratos no han cesado.


Creo que ahí está la raíz de que yo busque aprobación en otro hombre, de sentirme amada, como no había sentido que podía serlo en casa, cuando inició mi adolescencia, me alejé de mi familia, no quería ver las peleas constantes en mi hogar, aunque acabé por acostumbrarme a esos escenarios, nunca ha dejado de ser difícil.


Un día “el gran amor de mi vida” volvió, me pidió que nos acostáramos, le dije que no, y el emprendió una insistente campaña para que yo accediera… y así lo hice, pensaba que ahora sí estaríamos juntos, que esto sería un lazo que nos mantuviera unidos y sí empezó una relación, pero era casual, él se encargó de que se mantuviera en el terreno de lo sexual, me volví alguien que él podía tomar y desechar cuando quisiera.


Sentía que al haber perdido mi virginidad también perdí valor, sentía que le había dado todo y aun así no era suficiente, no había logrado que me quisiera, y terminé acostumbrándome a recibir lo único que él ofrecía, sexo.


Él me hacía sentir poca cosa, él quería explorar cada vez más allá, con mi cuerpo y con mi mente, sabía bien como manipularme, ilusionarme para nuevamente abandonarme a la espera de un nuevo llamado, soñando que esta vez, sí sería en serio, que él se daría cuanta de que era valiosa, me iba a valorar y se quedaría a mi lado ¡Que pensamiento tan ingenuo! Que bajo pueden caer los manipuladores, cuantas farsas pueden decir para conseguir lo que quieren sin el más mínimo escrúpulo, sin pensar el daño que están causando en el otro…


Yo estaba incomoda, me sentía obligada. Mis amigas trataban de hacerme ver que él sólo me utilizaba, pero con tal de estar junto a él caía nuevamente, me había conformado con poco.
Siempre intenté tener una relación con él porque jamás había dejado de quererlo en todos esos años nunca fui novia de nadie más, esperando por él, soñando con él, planificando la vida junto a él, mientras yo era una más entre todas para él.


El último año que estuvimos juntos me ignoraba en público pero me buscaba el secreto. A sus amigos, les decía que sólo estaba conmigo porque “tenía un buen trasero” que era “la única que le aflojaba” y la que más daño me hizo, “está gordita pero pasable”. Me destrozó la autoestima, me causó un desorden alimenticio, vomitaba todo lo que comía, tuve problemas intestinales, sangre en el vómito, la garganta lastimada, no me importaba lesionar mi cuerpo, no me podía sentir cómoda conmigo misma, pensé que no iba a ser suficiente si no alcanzaba la talla, sentir que no me veía tan bonita como él quería me rompía el alma, quizá para otros estos problemas sean una tontería, pero cuando se tiene 16, te envuelven por completo, tanto que mi último año del bachillerato, fue devastador y horrible; las cosas que hablaban de mí, la bulimia, mi autoestima, mi familia; todo se veía oscuro, hasta que llegaba un mensaje de él  y yo volvía a ilusionarme, me manipulaba con tanta facilidad y yo no podía ponerle límites.


A las mujeres nos culpan de permitir los abusos de los que somos objeto, pero ¿Por qué no les enseñan a ellos a no mentir, no manipular, no utilizarnos? No está mal tener una vida sexual o una relación exclusivamente física, pero si no deseas algo más, al menos no te cuesta nada ser claro, no tienes por qué mentir ni hacer daño.  


Los dos hombres de mi vida son narcisistas, manipuladores y mujeriegos, mi padre, celoso egoísta y dependiente, todavía cuando lo veo maltratando mi madre me interpongo para defenderla, me duele tener una relación fría con él, ni siquiera nos decimos “Hola ¿Cómo estás?” casi no le hablo.


El otro hombre de mi vida, me demostró que nunca estuvo ahí en verdad, cuando le dije que no podía seguir entregándome a alguien que no me quiere, que yo quería estar con alguien por amor, no titubeó para decirme que no sentía nada por mí, sin pensar en mis sentimientos, en los años de adoración que le había dedicado. Llegó la pandemia y con ella, él desapareció, durante años habíamos hablado, pero como ahora no podíamos vernos ya no tenía razones para buscarme, fue duro darme cuenta, quizá era mejor que no apareciera, no quería que me viera tan vulnerable, no quería demostrarle cuánto lo necesitaba. Aun así, todo siguió igual, el aparecía y solo necesitaba unas pocas palabras para poner nuevamente mi mundo de cabeza.


Decidí no escribirle, él tampoco escribió, durante años no había podido relacionarme con otra persona porque siempre lo estuve comparando, él estaba tan idealizado que era inalcanzable. Me costó entender que ya no era parte de mi vida, sé que es mejor que no regrese, el que vivía en mi mente no es el que existe en la realidad, aunque me tomó toda la cuarentena entenderlo.


No he podido volver a confiar en otro hombre, he salido con varias personas, pero siento que me decían las mismas cosas, que querían lo mismo y no he tenido problema en rechazarlos, a él no lo pude rechazar nunca.


A la gente, antes yo les daba lástima me veían muy vulnerable y me dolía ser percibida así, pero cada vez me importa menos lo que se opine de mí, me he esforzado y estoy transformándome a mí misma, ya no dependo de él, ya no lloro, aún lucho con algunos sentimientos, pero siento que finalmente me estoy encontrando. Quizá estas palabras acaben de exorcizar su recuerdo, que esta historia y su paso por mi vida terminen con este punto final.

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"Solo dos meses"

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