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MI VIAJE DE VIDA EMPEZÓ DESDE EL FINAL

En una noche de luna nueva nació una niña que había hecho un viaje tan largo desde las estrellas, pero no se imaginaba que viviría historias muy fuertes de violencia y abandono. Mucho antes de nacer, el vientre de su madre no era nada cómodo así que decidió nacer y salir al mundo exterior con la esperanza de sentir nuevas emociones.

Pero no fue como ella se lo esperaba porque tendría muchas dificultades. No podía comunicarse con facilidad con los demás. Vivía en su propio mundo lleno de ideas y emociones que no podía expresar. Un día le dijeron “tiene dislexia y no podrá alcanzar sus sueños”. La niña se llenó de valor y empezó a soñar cada día más alto y “aprendió” a vivir en un círculo de violencia, donde la palabra amor venía después de varios golpes y regaños o insultos. Las palabras hacían eco una y otra vez dentro de su ser: “porque te quiero, debo corregirte”, “si no te quisiera, no te reprendiera”, ”esto lo hago por tu bien”. Y así aprendió que la palabra amor venía con un manto de dolor, que debe doler para saber qué es amor.

En su adolescencia pensó que habría cambios, pero lo único que cambió fue el instrumento de maltrato porque tenía los mismos verdugos en casa. Soñaba en que venían a salvarla de esa pesadilla, pero los días pasaban y nada cambiaba. Así que se imaginó que sería detective y se protegería ella misma.

Empezó una relación. Al inicio todo era felicidad y bombardeo de amor. Poco a poco fue invadiendo su espacio personal que se iba extendiendo a su vida social, estudios y trabajo asfixiándola de a poco y apartándola del mundo exterior y de todos a su alrededor. Él la quería sola, insegura y débil para ser él quien venía a “rescatarla”.

Apartada del mundo fue moldeándola como él quiso. Empezó con su autoestima, la fue apagando con insultos y gritos para luego pasar a los golpes “sin intención” que no solo iban dejando huella en su cuerpo, sino en su corazón. Su cuerpo empezó a llenarse de moretones y su cuarto de rosas. Mientras más rosas tenía, ella menos sonreía.

Se sentía sola y sin nadie alrededor que prefirió callar. Vivía con su corazón roto en una mano y su propio ser en la mano de un nuevo verdugo que había llegado a su vida. Intentó varias veces salir de ese círculo porque cada día se sentía más rota por dentro y ya no se reconocía ella misma en el espejo.

El día que ella hizo un viaje de vida, casi con su último aliento, fue cuando él, en un episodio de celos, comenzó a gritarle, insultarle de mil formas posibles porque ella quería alejarse de él pero no sería tan fácil salir de las fauces de su depredador. Él la acorraló y empezó a golpearla por todos lados. Ella quería huir de aquel lugar pero, cada vez que daba un paso, él avanzaba como una gran avalancha sobre ella y le dejaba cada vez más débil y paralizada en el piso... en ese piso que ella cada vez lo sentía con más frecuencia y más frío.

Ella gritó por ayuda por varias veces, pero sus gritos no eran escuchados. Se defendió con sus manos, pero parecía como si solo se quedara sin fuerzas, mientras que él arremetía cada vez más fuerte, dejándola sin voz. Sobre el cuello de ella se extendían las manos de él con gran fuerza. Ella, cada vez, sin fuerza y sin aliento. Él apretando y golpeando más fuerte... hasta que una voz dentro de ella le susurró: “hazte la muerta”.

Su verdugo la dejó por un momento. Ella inmóvil, y casi sin respirar, contuvo toda señal de dolor. Cuando él se levantó, y con gran fuerza, comenzó a patear y dar vueltas alrededor de ella, a quien días antes le había prometido no volverla a golpear.

Estaba ahí... tendida en el piso, casi sin poder respirar. 

Ella luchó por su vida y se levantó del piso con todas sus fuerzas y logró escapar de aquel lugar.  Y empezó a utilizar esa fuerza y coraje para emprender nuevos rumbos que ella desconocía, cruzó sola el otro lado del mundo, afrontó con valentía sus miedos e inseguridades, empezó a vivir su propia vida haciendo lo que a ella más le apasionaba, abrió sus alas cada vez más lejos y con más fuerza que antes y se dió cuenta un día que ella había empezado a vivir su vida con gran pasión y determinación después del día que decidió poner un final a quién le cortaba las alas para poder así volar y soñar con libertad.

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