SIMPLEMENTE ES ELLA…
Isabela era su nombre. Una dama hermosa que vivía en aquella casa acogedora celeste y rosada. Tenía un ondulado y largo cabello claro. Sus grandes ojos rasgados color miel cambiaban de color de acuerdo a su estado de ánimo. Su nariz larga, refinada. Sus labios perfectamente delineados, gruesos y su piel blanca muy suave, tersa y delicada como la seda.
Ella era de contextura delgada (uno de los rasgos de la persona que más amaba); su estatura pequeña, un poco más quizás de un metro y medio. Siempre muy educada pero seria. Saludaba con las personas a quienes conocía en su barrio siempre con una gran sincera sonrisa.
Al apreciar por varias ocasiones la mirada perdida que ella llevaba y el negro de todos los días en su vestimenta, la bella dama ocultaba algo muy doloroso que, a juzgar por las apariencias, quería ocultarlo de todos quienes la rodeaban.
Todas las tardes, Isabela miraba al cielo por su clara y gran ventana de la sala. Llevaba siempre consigo un jarro negro en su mano (quizá contenía café o alguna otra bebida). Yo observaba cómo ella miraba al cielo. Esa mirada desolada pero aun así sus ojos lucían brillantes y hermosos. Algunas veces escuchaba música. A pesar de su sonido fuerte en su ritmo, se podía apreciar que las letras en las canciones eran tristes.
¿Es que ella acaso pedía ayuda a gritos? Siempre me preguntaba: ¿cómo era en verdad? ¿qué ocultaba esa bella dama, qué tristezas llevaba a cuestas y no podía expresarlas? ¿Acaso su voz se había apagado o ella ya la había apagado?
Son ya varios años desde la primera vez que hablé con Isabela. Siempre ha sido una dama bella, encantadora. Con ella pude conocer a alguien sensible y con muchas ganas de vivir, exigente en sus estudios y perfeccionista en sus deberes cuando cursaba la universidad. Tenía una relación complicada con su madre, lo contrario a su padre quien era la persona que ella más amaba.
Siendo ella todavía muy joven e inmadura, buscaba compañía de alguien quien pudiera defenderla en casa y decidió casarse.
Quizá sus problemas empezaron desde su matrimonio. Fue una relación problemática y con violencia, hubo todo tipo de maltrato que claramente fueron apagando esas inmensas ganas de vivir de Isabela.
De todos esos años en su matrimonio, y luego de su divorcio, poco o nada conozco. Solo algo me ha contado desde que volví a hablar con ella. Es lógico que se reserve varias situaciones pasadas debido al dolor que de pronto le genera el solo pensar en las malas experiencias que pudo haber vivido.
No la juzgo. Ella para mí siempre será alguien especial: esa mujer agradable para tratar, una gran amiga, llena de fuerzas, de vida y de amor, de buenos sentimientos que ayuda si lo puede y lo hace de corazón, sin esperar nada a cambio. De una mirada melancólica, pero de buen semblante y transparente al conversar.
Isabela tiene defectos como todas las personas, aunque siempre pienso que, quizá, el peor de todos, y el que la ha llevado a tener problemas al punto de dañar su salud mental y física, es el no saber alejarse de quienes le han hecho daño, brindar confianza a quienes no la merecen, el permitir todo tipo de abuso por dejar que otros se sientan bien sin pensar que eso ocasionaría fuertes heridas en algún momento de su vida.
La envidia y la crítica han sido parte de casi toda su vida y son esos mismos a quienes Isabela les ha dado su amistad y confianza, incluso al interior de su familia. Yo pienso muchas veces que es el peso que deben cargar las buenas personas como ha sido ella.
Pero ya es el momento. Debe haber una Isabela que no permita atropellos para sí misma. Debe surgir esa guerrera que siempre llevó dentro, sin miedo ni dudas, con toda la fortaleza de enfrentar todo tipo de adversidades. Pero yo me pregunto, constantemente, ¿por qué no despierta su guerrera, qué es lo que le impide, que marcó su vida ahora? ¿Por qué muchas veces ya no puede caminar esa bella dama erguida y elegante que miraba con respeto y admiración?
Solo espero que en algún momento recupere completamente sus fuerzas y mire ese dolor como una experiencia y aprendizaje en su vida que sea el punto de impulso para enfrentar el resto de vida que tiene y verla sonreír con alegría... saber que es feliz.
Isabela ya es madre. Una de aquellas madres que siente una gran adoración por sus hijos. Los dos chicos son muy sensibles, quizá porque fueron modelados al carácter de su madre. Su figura paterna fue su abuelo. Ahora son dos pequeños que tienen sus individualidades y situaciones difíciles cada uno. A la edad de ellos será complejo enfrentar adversidades, más aún en la ausencia de Isabela; pero los dos, a su manera y tiempo tan corto, han madurado y veo en ellos el amor por su madre.
Ella es una madre que trabaja duro para mantener su hogar pero que tristemente, un día oscuro, a través de un sueño, sintió acercarse a la muerte. Nunca imaginó que este se volvería una realidad, el más duro en su vida: enfrentarse, sorpresivamente, al fallecimiento de su padre. Eso la rompió por dentro.
Hasta el día de hoy, Isabela no ha podido dejar ir a su padre lo que, sumado a sus otros problemas, hizo que en ella se desarrolle una enfermedad muy compleja la misma que, cada cierto tiempo, hace que tenga un insoportable dolor físico. Siempre hay una causa emocional para esto: si algo afecta su estado de ánimo, ya su cuerpo hace una mala jugada y no responde con las fuerzas que ella quisiera.
A breves rasgos es lo que puedo contar sobre Isabela. Aun con todas sus complicaciones, yo sé muy bien que ELLA es la mujer más fuerte y valiente que conozco; que muchas veces pude ver que, como el fénix, supo renacer de las cenizas; que no le importa cuán mal ella la esté pasando por dentro, siempre proyectaba una gran energía que contagiaba y animaba a los demás.
Una fiel compañera y amiga bondadosa, mujer de amplia sonrisa que al contemplarla detenidamente reflejaba paz.
Ver sus bellos ojos claros me inspiraban. Quiero rezar al sol, a la luna, a las estrellas y a todos los dioses del universo para ya no volver a ver nunca más cómo sus ojos lloraban.
Isabela... una maravillosa mujer guerrera, una persona valiosa, digna de admiración y respeto por ser madre, hija y SIMPLEMENTE SER ELLA MISMA.